La Soledad de un Gran Sueño
La soledad más hermosa
Para mí, la soledad es un refugio seguro.
Un refugio del tormento de estos días fútiles y de las multitudes,
pero también un espacio donde el pensamiento puede vivir y manifestarse
incesantemente en una extraña multitud de imaginaciones que me son queridas.
Es una soledad reflexiva e intelectual,
una disciplina moral y literaria donde busco el diálogo interior,
el estudio y la contemplación del cielo,
con la esperanza de encontrar serenidad…
que, sin embargo, se ve constantemente interrumpida
por un parloteo apremiante que viene de lejos.
Sé bien que todo es fugaz, incluso el amor que llevo dentro —
fugaz porque en esta tierra todo está destinado a terminar—,
pero estoy seguro de que sus huellas permanecen en mi rostro,
cada vez más amado y atesorado.
No es la típica soledad lastimera,
sino la de los pensamientos, la de los sentimientos.
Esa soledad que sientes cuando tienes cosas
que no se pueden decir ni explicar de ninguna manera,
pero que deben encontrar un lugar seguro dentro de ti
donde puedan vivir para siempre en las sombras.
¡La soledad más hermosa es la de los pensamientos, de los sentimientos!
La que te acompaña, te regala momentos mágicos,
imaginaciones poéticas y fantásticas.
La soledad y el vacío del mundo
La soledad no es solo la ausencia de personas.
Es falta de propósito, falta de significado.
Cuando me doy cuenta de que estoy en un mundo donde todo parece alienado y distante,
donde todo se da por sentado, es superficial,
y cualquier esfuerzo por comprender se encuentra con la indiferencia.
La verdadera soledad no es solo estar solo,
sino sentirse solo en un mundo que ha perdido su sentido.
Esa es la tragedia.
Esa es la soledad cancerosa,
la que corroe por dentro hasta matar.
Vivir aparte
He elegido vivir y amar,
y para hacerlo, vivo mi vida aparte:
lejos de todo lo inútil, de las palabras inútiles,
de los conceptos inútiles.
Ojalá hubiera alguien que, en silencio, me abrazara fuerte…
para hacerme sentir amor,
ese amor que probablemente nunca volveré a sentir.
Solo quiero que alguien me abrace fuerte
y me susurre al oído:
«Te quiero».
Lo que no queremos
Creo que el problema viene cuando te llenas de cosas que no quieres:
decisiones que no son tuyas,
lugares y personas que no te reflejan,
situaciones que te llenan innecesariamente sin enriquecerte.
Al fin y al cabo, somos limitados:
tenemos energía limitada, tiempo limitado, esperanzas limitadas.
Si le das tanto espacio a lo que no te hace sentir bien,
¿cómo vas a encontrarle lugar a lo que sí?
Y entonces me pregunto:
¿por qué relegar las cosas bonitas a un espacio pequeño,
a unos pocos momentos?
Experimentamos “hacer lo que nos gusta” como una excepción,
como algo raro.
Nos han enseñado que la vida es sufrimiento,
una serie de cosas que no quieres hacer pero tienes que hacer,
olvidando tus sentimientos y pensando solo en el resultado,
en las cosas “concretas”.
Como si un sentimiento no fuera nada…
y sin embargo, despierta dentro de mí cada mañana
y me golpea por dentro para evitar que vaya hacia cosas
que realmente no quiero.
Siento el dolor,
y créeme, es real.
Sobrevivir no es vivir
¿Cómo puedo ser feliz, me pregunto,
si me paso todo el tiempo buscando estrategias para sobrevivir?
Lucho cada día contra mi batería,
que cada vez está más baja,
pero nunca encuentro un cargador para recargarla.
Lucho solo para evitar que se agote,
y no me quedan fuerzas para recargarla.
Estamos llenos de cosas inútiles y tristes,
cosas que realmente no queremos…
Olvidamos cada día más lo hermosa que es la vida,
vivida solo por vivir.
Incluso nos olvidamos de nosotros mismos,
casi parece que vivimos para alguien más.
Vivimos como objetos listos para ser usados,
y cuando llega el momento de salir a vivir un poco,
estamos demasiado agotados para hacerlo.
