La oposición es un vacío

Lo que sucede a diario ante nuestros ojos, en nuestras ciudades —violencia de todo tipo, delincuencia, degradación— es asimilado por la sociedad con esa visión errónea de normalidad, dada la época en que vivimos. Todo esto solo beneficia a los medios de comunicación, que lo difunden en cada programa de entrevistas;

es un espectáculo que no hace más que representar la decadencia moral y social de una sociedad que se nutre del abuso, la violencia y el crimen.

Pero la pregunta es: ¿Por qué sucede todo esto?

La oposición, esta deriva de oposición, es un vacío moral y social, sin necesidad de buscar explicaciones infundadas para justificar un evidente fracaso social y un colapso de valores y principios.

Hoy, ¡todo —el aburrimiento— se da por sentado!

El aburrimiento es una vida ralentizada; es una pérdida de voluntad cuando desaparecen las necesidades y los deseos. Pero entonces desaparece la voluntad de hacer cualquier cosa. El aburrimiento es insatisfacción con la propia situación; por lo tanto, siempre es un estado de necesidad. La persona aburrida debe necesariamente inventar nuevas necesidades: lujo, euforia, entretenimiento, drogas. ¿Qué puede lograr?

Anhela la intensidad de su deseo, la intensidad de esa vida de necesidad perpetua. La voluntad se anhela recuperarse: la satisfacción se siente como un obstáculo, por lo que inmediatamente buscamos distracciones. Nos encontramos con una voluntad corrompida, desprovista de deseo, que siempre quiere más debido al aburrimiento que nos invade.

Ninguna satisfacción de necesidades es realmente satisfactoria; el aburrimiento constituye uno de los dos polos de la vida humana (el otro es la necesidad).

Una figura típica de la persona aburrida es Trimalción en el Satiricón, quien come, come y luego vomita para poder volver a comer.

El hombre aburrido ya no desea nada porque ya lo tiene todo; pero con «nada» se refiere a esto o aquello. Lo desea todo, pero ese Todo que siempre ha deseado y en comparación con el cual lo que ahora posee parece insignificante. La voluntad aburrida siempre se impulsa hacia adelante; su huida es de sí misma, no del aburrimiento. El aburrimiento no es tedio vital; más bien, es el deseo de otra vida, de muchas otras vidas, de todas las vidas.

El aburrimiento está íntimamente ligado a la sehensucht, es decir, al anhelo, al deseo del deseo mismo. La voluntad de vivir está siempre radicalmente aburrida porque lo desea todo; es un deseo indeterminado e insatisfecho. El aburrimiento revela la insatisfacción de toda satisfacción de una necesidad.